Los
distintos desafíos que la sociedad contemporánea le impone a la educación,
exigen que los docentes reciban formación y autoformación permanente, con la
finalidad de adquirir los conocimientos, las capacidades y herramientas que
permitan desempeñar con éxito el cumplimiento de sus funciones. En fin, la
sociedad actual espera que los docentes experimenten cambios significativos en
su quehacer que les posibilite transcender desde la concepción del docente
tradicional hacia un nuevo docente cuya formación esté basada en competencias,
que son descritas por Galvis, R. (2007) como competencias intelectuales,
competencias inter e intrapersonales, competencias sociales y competencias
profesionales, las cuales a nuestro juicio deben convertir al docente en:
-
Diseñador de estrategias de enseñanzas y
aprendizajes que se caractericen por ser motivadoras, significativas,
colaborativas, que tengan relación o aplicabilidad en la vida diaria y que se
desarrollen con el uso imprescindible de las tecnologías de la información y la
comunicación.
-
Motivador constante, que despierte en los
alumnos el interés hacia los contenidos y actividades propias de las distintas
asignaturas.
-
Orientador en los cambios relacionados con la
personalidad de los estudiantes y educador a través del ejemplo, por lo que
debe ser un modelo de actuación y portador de valores.
-
Que fomente y propicie actitudes positivas
hacia las tecnologías de la información y la comunicación.
-
Que estimule el trabajo creativo, crítico,
cooperativo y colaborativo entre los miembros de la comunidad educativa.
-
Que tenga conciencia clara acerca de la
necesidad permanente de formación y autoformación, sobre todo en lo que
respecta al conocimiento y uso de las nuevas tecnologías asociadas a la
educación, al conocimiento en general y a las habilidades didácticas.
-
Cumplidor responsable de sus funciones, que
ponga en práctica las teorías de la multidisciplinariedad, interdisciplinariedad
y transdisciplinariedad, como requisito fundamental para moldear el perfil del
estudiante del futuro.
-
Es necesario además, rescatar lo dicho por
Hernández R. (2002), en cuanto a que el docente debe convertirse en
investigador reflexivo para contribuir con su formación permanente y pueda estimular
en sus alumnos la curiosidad, el trabajo colectivo, colaborativo y les posibilite el tránsito por los caminos
que la ciencia utiliza en la búsqueda del conocimiento.
Un docente con las
características expuestas anteriormente, que a juicio particular son las más
importantes aunque no las únicas, es el ideal para dar cumplimiento a las
propuestas de la UNESCO, que hoy en día se han convertido en los pilares de la
educación moderna en Latinoamérica, como lo son: aprender a conocer, aprender a
hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Sin embargo, como parte infaltable
de este escrito debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿La universidad
venezolana está cumpliendo con las exigencias contemporáneas en cuanto a la
formación profesional del profesorado?
Algunos
estudios consultados, entre los que se cuenta la ponencia presentada en el
Encuentro Regional de Currículum (2004) por el profesor Andrews Paiva, titulada
Competencias del futuro profesor de Educación Integral, concluye que existen
vacíos en el diseño curricular de la UPEL-Maracay, que impiden que el futuro
docente obtenga las herramientas necesarias para desarrollar eficientemente el
proceso de enseñanza aprendizaje en los niños. Esto se constituye en una
respuesta lapidaria a la interrogante formulada y para complementar la anterior
afirmación, me tomaré la libertad de responder desde mi experiencia como
profesor universitario de una de las instituciones con tradición en la formación de docentes en
Venezuela y lamentablemente debo afirmar
que a pesar de los permanentes cambios, reestructuraciones y revisiones de los
distintos diseños curriculares de las carreras de formación docente, aún
funcionamos con criterios y visiones del pasado. Considero que la presente
afirmación tiene soporte en las siguientes situaciones:
-
Aún persiste un evidente parcelamiento de las
áreas del conocimiento, es decir, cada profesor actúa desde su asignatura
particular sin considerar la importancia de la multidisciplinariedad,
interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en la consecución del perfil
proyectado para el docente del futuro.
-
El quehacer universitario aún se encuentra
enclaustrado en cuatro paredes y de espalda a la realidad social actual, y ni
siquiera con la inclusión en los diseños curriculares de los necesarios y
controvertidos trabajos comunitarios hemos logrado que la comunidad desarrolle
sentido de pertenencia hacia la universidad y viceversa.
-
Los profesores universitarios en el ejercicio
de la autonomía de cátedra, se limitan a dar los contenidos que consideran
importantes aun cuando éstos no formen parte de las exigencias o necesidades
expresadas en los planes educativos nacionales.
-
Aún persiste en nuestras instituciones la
visión del profesor transmisor de contenidos y conocimientos, que limita al
estudiante al triste rol de receptor, sin posibilidades de ser crítico,
reflexivo, interactivo, colaborativo, proactivo y en consecuencia creador y
recreador de conocimientos.
-
A pesar de la excelente formación de nuestros
profesores universitarios, que en su mayoría han obtenido títulos de cuarto y
quinto nivel, no han sido capaces de incidir con ello en el mejoramiento de la
calidad y adecuación a las nuevas exigencias del egresado en educación.
-
Las instituciones universitarias han sido
incompetentes en el cumplimiento de una tarea fundamental, como lo es la
adecuación tecnológica necesaria en todo proceso organizacional administrativo
y más aún en los procesos de interacción que se dan en la formación de los
profesionales de la docencia.
-
Por último y no menos importante, la
universidad venezolana en el ejercicio de su autonomía se abroga el derecho de
establecer planes de estudio y mallas curriculares que en ocasiones están en
contraposición directa con los lineamientos nacionales educativos. Esta
situación conlleva a la producción desmedida de profesionales en algunas áreas
del saber, que no poseen campo laboral y que en última instancia ingresan a la
carrera docente en otras áreas, ocasionando un grave daño a la calidad
educativa.
Las
anteriores observaciones son producto de una larga experiencia laboral
universitaria y por lo expresado y discutido en diversos congresos nacionales e
internacionales, es la realidad de la gran mayoría de instituciones
universitarias formadoras de docentes, no sólo en Venezuela sino en toda
Latinoamérica. Sin embargo, debemos reconocer que aunque nos falta mucho camino
por recorrer en cuanto a la formación del docente del futuro, ya se ha iniciado
un gran movimiento internacional que nos
permitirá establecer y seguir lineamientos globales en cuanto a la formación de
los profesionales de la docencia para el sigo XXI, sin perder de vista con ello
las perspectivas sociales, culturales, económicas, políticas e históricas de
cada país.
BIBLIOGRAFÍA
Galvis,
R. (2007) De un Perfil Docente
Tradicional a un Perfil Docente Basado en Competencias. Acción Pedagógica
Nº 16 / Enero – Diciembre 2007 – pp. 48 – 57
Hernández,
R. (2002) La Formación Permanente del
Profesorado desde los Centros Educativos. Un enfoque que vincula teoría y
práctica. Ediciones del Rectorado. Universidad de Los Andes. Venezuela.
Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la
Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors (1996) La
Educación Encierra un Tesoro. Santillana
Ediciones Unesco. España.
Paiva, A. (2004) Competencias
del Futuro Profesor de Educación Integral (Caso UPEL Maracay). (Ponencia
presentada en el Encuentro Regional de Currículum, U.B.A., 31 de Marzo-01 de
Abril de 2004)
UNESCO.
Modelos Innovadores en la Formación
Inicial Docente. Una apuesta por el cambio. Publicado por la Oficina
Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, OREALC /
UNESCO Santiago. www.unesco.cl Santiago
de Chile, Chile, Junio 2006